En este escenario, la práctica del diseño es pensada desde una sistemática multidisciplinar aplicada al consumo del signo. Un consumo del signo como fetiche del intercambio social, en el que el producto es relegado a mera constatación material del propio acto del consumo. Acto ritualizado en el que la identidad del individuo se proyecta en lo colectivo y se legitima.
No
Según Martín Álvarez Comesaña la globalización crea una nueva identidad de dimensión global, en la que el individuo se realiza a través del consumo. En este escenario, la práctica del diseño participa de un sistema que concibe e interpela al individuo sólo en cuanto consumidor. Este hecho resultaría evidentemente negativo para la humanidad.
Andrés Muglia afirma: "pensar que el diseño pueda o no influir en convertir al mundo [...] en un lugar mejor o peor, es de una pedantería inabarcable". Se trata de un asunto que está fuera de las posibilidades y competencias de los diseñadores.
Norberto Chaves critica a quienes consideran al diseño «una suerte de panacea de los males sociales asignándole una misión esencialmente redentora; haciendo la vista gorda al volumen altísimo de productos excelentemente diseñados; pero perjudiciales para la humanidad: allí están los automóviles.»
Sí
Para Álvaro Magaña Tabilo, aquellos "nuevos males" en cuya promoción colabora el diseño, no son consecuencia exclusiva del sistema sino parte de la naturaleza humana. El actual contexto representa una oportunidad de desarrollo en la que el diseño juega un papel protagónico.
Eduardo Joselevich destaca que entre la gran diversidad de asuntos en los que el diseñador interviene, pueden contarse importantes aportaciones a la humanidad.
Luis Grossman va mucho más allá. Con gran optimismo afirma que "el diseño podrá salvar al mundo", aunque no aclara de qué, o de quién.
¿servirá el diseño para salvar el mundo?
¿usted que piensa?